miércoles, 7 de septiembre de 2011

Amanda y el ómnibus II

Si esta es linda, yo soy linda entonces. Esta es fea. Fea. Fea. Esta es re linda, es más linda que yo. Entonces, yo soy fea. Fea. Fea. Fea. De la fila de asientos individuales, ¿yo soy la más linda o la más fea? Esta es linda pero gordita, por suerte yo soy flaca. Aunque si me miro de costado en el espejo tengo panza y poco culo. Y si me río fuerte se me nota la papada, y los cachetes se me inflan. No soy gorda, soy grandota. Como me decía mi vieja cuando era chica y de la fila del colegio era la última y tenía más tetas que cualquiera de mis compañeras. Sos grandota, tenés huesos grandes, no sos gorda. Pero si me río fuerte se me nota la papada, ¿y mirá si Lautaro me ve reír y de golpe dejo de gustarle? Porque tanta papada lo abruma, o le da asco. Esta señora debió de haber sido linda de joven. Qué pibe feo. ¿Qué pensará de mí el que está sentado atrás de todo cuando me baje del colectivo? ¿Pensará que estoy buena? -¿acaso algún tipo pensará que estoy buena?- ¿Tendrá ganas de cogerme? O capaz se pierde mirándome las piernas, tengo algunos pelos, no me depilé bien ayer. ¿Mirá si me ve los pelos? Mejor me paro ya casi sobre la esquina así el tipo no tiene tiempo de verme las piernas y descubrir que las tengo peludas. Capaz ni ganas de mirarme tiene, por fea. Con los problemas de autoestima que tengo si tuviese la cara de esa chica que acaba de subir creo que me suicidaría sin más. Este pibe es lindo pero seguro piensa que yo soy fea. Uy, casi me pierdo la parada.

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